jueves, 20 de mayo de 2010

¡Palabra de nazi!


Comencemos este artículo nombrando las palabras que en su día citó el Ministro de Propaganda del nacionalsocialismo alemán Joseph Goebbles:

"A fuerza de repetición y con un buen conocimiento del psiquismo de las personas, debería ser completamente posible probar que un cuadrado es, de hecho, un círculo. Puesto que, después de todo, ¿qué son "círculo" y "cuadrado"? Meras palabras. Y las palabras pueden modelarse hasta volver irreconocibles las ideas que transmiten."

El partido oficial del nazismo, conocido como Partido nacional socialista obrero alemán (NSDAP), solía organizar mítines y otros eventos destinados al adoctrinamiento de la masa social alemana. Si tenemos en cuenta que en aquella época no existían los televisores, podemos imaginarnos que el embelesamiento de la ciudadanía se producía a través de actos festivos multitudinarios en ciudades como Nuremberg, Colonia, Hamburgo, Munich... o por supuesto a través de los aparatos de radio, que universalizaban rápidamente las consignas políticas del NSDAP.

Desgraciadamente, a Goebbles no le faltaba razón y su cita arriba expuesta, se cumple con mejor o peor fortuna en cualquier sociedad del mundo. La manipulación de las masas mediante la psicología puede llegar a tener efectos devastadores para toda la población de un determinado país o incluso más allá.
Cuando pensamos en el régimen nazi alemán solemos pensar en campos de concentración, batallas decisivas, millones de refugiados, etc. Pero sin embargo, ¿solemos pensar en cómo fue posible que toda una ciudadanía como la alemana se dejara arrastrar por los nazis?, ¿Sería posible que se repitiera aquella catastrófica situación hoy en día?
Más adelante firmaré un artículo intentando dar respuesta a estas preguntas pero de ellas hoy, y en este artículo, me interesa la parte propagandística nazi y si es posible que nuestros políticos de hoy en día utilicen los pensamientos que tenía Joseph Goebbles con fines electorales.

Durante los últimos años los ciudadanos hemos sufrido el maltrato de los políticos con expresiones cínicas, hipócritas, demagógicas e incluso malsonantes. Todo ello no debe ya ni extrañarnos ni sorprendernos, pero tal vez lo que más irrita es la dulcificación de lo que puede ser indigesto intelectualmente para el votante.

En este país se habló de trasvase con motivo de la puesta en marcha del Plan Hidrológico Nacional cuando el agua debía colmar las necesidades de Almería, Murcia y Valencia. La palabra trasvase tiempo después fue cambiada por la expresión "conducción temporal de agua" cuando la región beneficiada era Cataluña, lo que pretendía enmascarar el agravio comparativo entre distintas Comunidades de la misma España.

También en España se intenta evitar la palabra aborto y se edulcora con la expresión "interrupción voluntaria del embarazo", como si se quisiera dar a entender que el aborto puede tener un carácter de continuidad, cuando evidentemente, tras el aborto no hay continuidad posible de la vida del que no ha nacido.

La eutanasia se cambia hoy en día por la variedad imaginativa y perversa de "muerte digna". Así que, si queremos ser dignos en nuestra última hora debemos saber que serán otros los que nos aporten esa "dignidad" y no comprometer la felicidad de quienes nos rodean con esos cuidados estériles e inútiles.

Pero donde la imaginación se ha desbordado sin el menor género de dudas ha sido en el plano económico. Aquí el surtido lingüístico ha sido tan excelso como artificioso.
Así por ejemplo tenemos que en España no había crisis económica sino "desaceleración económica", y si no gusta el término lo que había era "un período de dificultades puntuales" o si se prefiere "una aceleración de la desaceleración económica". Y se podría continuar si no fuera porque quien escribe no quiere agotar la paciencia de quien lee, a pesar de que la verborrea dialéctica y engañosa de los gobernantes da para mucho más.

Sepamos en definitiva que nuestras mentes, angostas al consumo infecto de gran parte de lo que se dice en la mayoría de canales de televisión, crecerán perfectamente disciplinadas en la doctrina política de moda y asegurando con ello el triunfo del ideario nazi o nacionalsocialista (como se prefiera) de cómo manipular a la sociedad y entre con calzador cualquier disparate o estupidez por ridículo que sea.
Ya lo decía Confucio: "Cuando las palabras pierden su significado, la gente pierde su libertad".

¡Si Joseph Goebbles hubiera tenido a su disposición la televisión..!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Goebbels si tenía a su disposición la televisión, aunque muy primitiva y todavía en ciernes; era la Telefunken