lunes, 17 de mayo de 2010

LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA. UNA GUERRA HEROICA E INÚTIL


De sobra son conocidos los más importantes hechos heroicos que se produjeron, prácticamente a todo el mundo al menos le suenan acontecimientos y nombres (aunque con la LOGSE cada vez menos) como la batalla de Bailén, Napoleón, el 2 de mayo, la lucha de guerrillas, Wellington, el asedio de Zaragoza, Agustina de Aragón y tanto otros muchos. Ningún otro país o reino de entonces puede presentar semejante hoja de servicios contra Napoleon ni siquiera Rusia o Inglaterra durante el periodo 1808-1814, ya que los ingleses desde la derrota de la Armada Invencible son los señores de la guerra naval, hecho que sirve para disimular los tremendos fracasos en operaciones terrestres que habían cosechado hasta ahora y que cosecharán posteriormente; y Rusia se mete de lleno en la lucha contra Napoleón a partir de la campaña de 1812.

Hasta ahora el debate sobre los puntos más polémicos de la Guerra de la Independencia se centraban en sí los franceses venían a traer el progreso a España o no. Pues no, rotundamente no, ni los franceses ni los sarracenos en 711 invadieron España para llevar el progreso (De hecho a nivel cultural, tecnológico y social los hispanos estaban bastante más avanzados que los mahometanos del ejercito invasor). Parece pues que somos el único país del mundo que cuando habla de sus invasores los trata como misioneros de la paz que vinieron a salvarnos de nuestro ancestral y permanente salvajismo. Ninguno de los ejércitos invasores jamás trajo a España beneficio alguno, ni siquiera los romanos. Las legiones romanas vinieron a España a combatir y a someter a los distintos pueblos de la península, y las construcciones que hicieron en ese periodo de guerras fueron encaminadas a favorecer la logística militar y el transporte de tropas, carreteras, campamentos fortificados que dieron luego lugar a ciudades, puentes, puertos etc ... no iban por ahí creando escuelas de romanización para los íberos, para que estos pudieran aprender nuevos conocimientos que fuesen útiles en la guerra contra ellos. El progreso vino, una vez los distintos pueblos ibéricos fueron derrotados y sometidos a la paz romana e impedidos de recurrir, de cualquier forma, a la guerra para solucionar problemas de tipo social, político o económico, favoreciendo la dedicación a actividades meramente productivas comercio, agricultura, ganadería, artesanía, etc .. en una situación de paz. Al amparo y tutela de la ley de Roma progresaron económicamente por sí mismos porque aunque estaban sometidos a pagar tributos a los romanos, la paz romana había terminado con las interminables guerras y suspicacias entre pueblos vecinos; y es por ello por lo que los íberos libremente se romanizaron por iniciativa propia y no por la voluntad de los romanos. Otros pueblos en cambio también fueron sometidos por los romanos y apenas asimilaron algo, como por ejemplo los pueblos que habitaban Inglaterra; de tratarse el ejército romano una institución docente de pueblos “inferiores” que imponían sus conocimientos a punta de gladius los ingleses también hablarían un lengua latina.

Si el ejército francés no venía a crear escuelas ni universidades ¿a qué venían? A cumplir 2 objetivos fundamentales uno oficial que era la anexión de Portugal a la causa napoleonica y el otro, oculto, que era la sustitución en el trono de España de la dinastía borbónica por un miembro de la familia de Napoleón, José, hermano del emperador. Para ello el ejército entró con regimientos de infantería, artillería, caballería y de servicios auxiliadores; pero para desgracia de los que opinan que las intenciones de este ejército eran meramente altruístas, no venían maestros, ni ciéntificos, ni ingenieros civiles, ni filósofos, ni botánicos, ni médicos, ni industriales y ni economistas. Este ejército llegó en 1807 y se instaló cerca de las ciudades, y permaneció así mucho más tiempo del que fuera lógico si su único cometido fuera la invasión y ocupación de Portugal, dando lugar a que proliferarán los asesinatos, robos, saqueos y violaciones perpetrados a la población civil, y que entre los militares españoles naciera la sospecha de que los franceses también estaban ahí para ocupar España. Esta sospecha se confirmó con el traslado forzoso de la Familia Real a Francia, lo cual fue la chispa que desencadenó el 2 de mayo de 1808 una revuelta popular en Madrid por los abusos cometidos por los franceses, a la cual se sumaron lo oficiales del ejército español Daoiz, Ruiz y Velarde ( Eran militares, pero no fueron ni fascistas, ni franquistas, que quede claro para los que han estudiado la LOGSE). A partir de ese día se desencadenó la guerra entre España y Francia con la gravedad añadida de que ya se encontraba el ejército francés ocupando las principales ciudades y puntos estratégicos del país.

Al librarse esta guerra en el territorio español con alguna incursión en Portugal, continuaron produciéndose torturas, asesinatos, saqueos, violaciones pero en mayor número al estar en una situación de extrema violencia generalizada, como es una guerra, añadiéndose además la plaga del hambre debida a la destrucción de cosechas, bloqueo del comercio interior, abandono del campo de muchos hombres para dedicarse a la guerrilla o bandolerismo, y al cerco de ciudades. Y como ejemplo del grado de destrucción y penuria de aquella guerra, Madrid en 1810 tenía una población de 160.000 hab. y en 1811 se redujo a 110.000. Y no sólo los franceses se ensañaron con la población civil, los aliados ingleses y soldados españoles se cobraron la liberación de las ciudades tomadas al asalto con más asesinatos, robos y violaciones; como así ocurrió en Badajoz y en Ciudad Rodrigo.

Tras esta guerra España dejó de ser potencia mundial, ni siquiera los distintos gobiernos europeos la consideraban una potencia europea, sin embargo el país iba recuperándose y creciendo poco a poco, pero a un ritmo infinitamente menor respecto a Francia, o Inglaterra; e iban surgiendo las primeras fuerzas disgregadoras de la nación que posteriormente darían lugar al nacimiento de los partidos nacionalistas, no se fomentaba el progreso científico y tecnológico, y se prefería incorporar los avances extranjeros al cabo de un tiempo con el coste añadido que ello suponía; siguiendo que el peso de la economía dependiese de la agricultura y ganadería, al contrario que el resto de naciones europeas que optaron por la industrialización con profusión. Además tras la experiencia napoleonica, muchas regiones europeas decidieron unirse para formar nuevas naciones y así el XIX vio nacer a Alemania e Italia, mientras que en España se comenzaba a minar la nación para formar regiones. Así pues esta situación de decadencia moral, económica y sobre todo política en la que quedó sumida España no comenzó a arreglarse hasta la llegada de la Restauración con Cánovas como presidente (Cánovas era conservador pero tampoco era fascista ni franquista).

Como conclusión se puede afirmar que durante la época napoleonica de Europa aquellas naciones y regiones que doblaron su cerviz ante el emperador no sólo experimentaron un crecimiento en todos los ámbitos tras la caída del emperador sino también cuando estaban sometidas por él, en cambio España padeció una guerra atroz (con un montón de hechos heroicos inútiles) y luego una recuperación decadente con nuevos problemas.

Los militares españoles de entonces aunque no pudieron evitar la revuelta popular si debieron más tarde buscar una solución con los franceses una vez notarán con el paso del tiempo el hastío y cansancio de la gente por las consecuencias de librar en su tierra una guerra, antes de convertir el país en un teatro de operaciones militares en el que no consiguieron ningún triunfo (Bailén fue victoria del mercenario suizo Reding, no del general Castaños) y del que se aprovecharon a conciencia los ingleses en su guerra abierta contra Napoleon, buscando la derrota del emperador y el desgaste de España como potencia en el futuro. Optaron por la guerra a ultranza que le resultaba honorífica y despreciaron la oportunidad de convertirse en deshonrosos quinta columnas a la sombra, y dejar que Inglaterra y Francia se desgastasen mutuamente sin que España por una vez no se llevase los palos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Gran artículo. Me permito la licencia de reproducir un párrafo: "pero para desgracia de los que opinan que las intenciones de este ejército eran meramente altruístas, no venían maestros, ni ciéntificos, ni ingenieros civiles, ni filósofos, ni botánicos, ni médicos, ni industriales y ni economistas". Y añadir: Lo que sí vino introducidos por Francia en aquel momento fue una gran cantidad de masones, hasta el punto de que las grandes logias de España y Francia se llaman de la misma forma, Gran Oriente.

Federico Sada dijo...

Le agradezco este aporte, pues sin duda, explica el porqué en muchos ámbitos (sospechosos de masonería) consideraron la presencia francesa como beneficiosa; con esto pienso que todos o casi todos los afrancesados debieron ser agentes masones. Gracias por recordar este dato que se me paso por alto