lunes, 10 de mayo de 2010

LA DEUDA PÚBLICA. EL ARMA DE EMPOBRECIMIENTO MASIVO


Los gobiernos de los distintos países generan y venden deuda pública soberana bajo diferentes nombres, bonos, letras, obligaciones, asignados ... dependiendo del país o de la época; y esto lo vienen haciendo siempre. Sin embargo desde hace unos meses salen, casi a diario, en los medios de comunicación noticias sobre la deuda publica de países como Grecia, España, Portugal y en menor medida de Italia y Reino Unido. Esto es porque hasta ahora los productos de deuda pública soberana se consideraban como la inversión en renta fija más segura de los mercados financieros; y lo que está sucediendo a día de hoy es que este “axioma” se encuentra en entredicho, teniendo los tenedores de productos de deuda la sospecha o el convencimiento de que no van a cobrar los intereses y que el precio por el que la compraron se situará en niveles próximos a cero. La cuestión es ¿por que ha sucedido todo esto?.

Los intereses que generan la deuda pública se pagan destinándose a ello, cada año, una parte de los recursos obtenidos vía impuestos; y no sólo se deben pagar intereses sino también el montante total una vez se cumpla el plazo de vencimiento. Cuando un país se encuentra inmerso en un ciclo económico creciente, esta práctica no genera problemas ya que las necesidades que tiene de endeudarse son mínimas y en consecuencia el coste que tendría de amortizar la deuda no impactaría significativamente en las cuentas públicas; y a esto se le añade que cada año le aumentan los ingresos fiscales, con lo que la influencia del endeudamiento público tiende a diluirse con el tiempo.

Pero esto se viene abajo cuando el ciclo económico cambia y se vuelve regresivo, es decir el país entra en crisis (desequilibrio entre producción y consumo a escala nacional), los ingresos fiscales caen, y los políticos en vez ajustar el presupuesto público a la nueva situación (bajar sueldos funcionarios, pensiones, recortes en todas las partidas sanidad, educación etc ...) como mínimo lo mantienen si es que no lo aumentan, con lo que el balance en las cuentas públicas Ingresos Fiscales – Gasto Público es negativo, es otras palabras, que gastan más de lo que ingresan. Este agujero que se produce en las cuentas de un país, los políticos lo taponan con el peor de los remedios (si es que puede considerarse remedio) pidiendo dinero prestado a través de la emisión de instrumentos de deuda pública, bonos, letras o como lo quieran llamar. En ese primer año de crisis y de endeudamiento indiscriminado sin control ni previsiones serias de impacto a medio y largo plazo, se consigue que se mantengan artificialmente el mismo nivel de prestaciones los servicios públicos que cuando había crecimiento económico, pero ya en el segundo año de la crisis al gasto público se le añade una nueva partida, los intereses generados y la armotización de la deuda que pudiera vencer; entonces si los ingresos fiscales de ese año no aumentan como mínimo el importe de los intereses y deuda vencida este aumento en el gasto público no será compensado y se deberá pedir prestado dinero de nuevo en mayor cuantía si cabe, y así sucesivamente generándose una burbuja de financiación en la que cada vez hay que emitir más deuda para pagar la anterior. Cuyo final se materializa cuando los inversores se percatan que una de las opciones, con más fuerza de convertirse en realidad, de los gobiernos para “solucionar” los problemas sería la de suspender el pago de deuda; es justo en ese instante cuando la burbuja estalla, nadie compra más deuda y los gobiernos en un último esfuerzo aumentan exponencialmente el interés para intentar colocar algo, pero ya es tarde porque no hay compradores que crean en la responsabilidad, sinceridad y compromiso de los gobernantes políticos.

Después de estallar la burbuja, los gobernantes políticos bajan drásticamente el gasto público (más que nada porque no pueden hacer otra cosa) ajustándolo a los ingresos fiscales, por ejemplo si desde la crisis los ingresos del estado han disminuido un 50% el gasto se reducirá también en un 50% automáticamente, dejando por los suelos el salario de los funcionarios, pensiones, prestaciones por desempleos, ayudas sociales... y recortando el presupuesto en todos los sectores públicos incluidos la “intocable” educación y sanidad; y al sector privado también le afectaría con subidas de impuestos, aumentos de costes, bajadas de salarios y de precios, reducción de beneficios, dificultades de financiación ya que a este sector le costaría mucho conseguir préstamos y encima estos serían a un interés alto por la propia escasez de dinero que habría. Abriéndose un camino largo de recuperación que podría durar como mínimo 5 años (siempre y cuando, por arte de magia los políticos se hayan vuelto responsables) en los que sin duda prácticamente toda la gente pasaría penalidades y realizaría sacrificios que jamás se hubieran imaginado. Situación que se hubiera evitado si las castas gobernantes el primer año ajustan el gasto público a la caída de los ingresos fiscales, la gente sufre menos y ve como al cabo de 1 o 2 años se entra de nuevo en la senda del crecimiento; en cambio con el uso indiscriminado e irresponsable del endeudamiento público lo único que se consigue es aplazar un tiempo una situación que cuando llega se hace infinitamente más insoportable y duradera para la gente.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelente artículo sobre los peligros de una exagerada y explosiva deuda pública. Enhorabuena.

Anónimo dijo...

Un muy buen artículo sobre cómo atajar este problema con soluciones necesarias y lógicas... salvo que esas decisiones, la mayoría de las veces, recaen sobre políticos cuya lógica no va mas allá de las próximas elecciones o el puñado de votos que ganar o mantener.