martes, 18 de mayo de 2010

¿Seguirá España con su fiesta?


Cual circo repleto de payasos que acaban su función y se quitan el maquillaje, la economía española debe seguir la senda del resto de Europa y comenzar a limpiarse ese maquillaje, ya que la fiesta hace tiempo que se acabó. Obviamente la tarea de despertar del sueño es responsabilidad de la clase política y en concreto, de los que asumen el gobierno.

La aprobación por parte de la UE de un rescate financiero de Grecia, Portugal y España por valor de 750.000 millones de euros, la madrugada del pasado día 10 de mayo, da una idea de la urgencia de soluciones necesarias y la gravedad de las crisis económicas por las que pasan los países del sur de Europa.
Dicho rescate dinamita, en opinión de este blog, el futuro de las relaciones económicas entre las diferentes instituciones europeas y los países miembros debido a la sorprendente interferencia del Banco Central Europeo (BCE) que ha capitaneado el consabido rescate.
El BCE, durante sus casi doce años de vida, ha hecho gala de una beneficiosa independencia respecto de las presiones de los países más fuertes (Francia y Alemania) de la Unión Europea y Monetaria (UME). Con el fin de mantener la estabilidad de precios y la estabilidad del euro, el BCE ha ignorado en multitud de ocasiones las peticiones de Francia o Alemania para que hiciera un recorte de los tipos de interés y así facilitar el crecimiento de esas economías.
Sin embargo, la situación ha cambiado y el BCE ha creído oportuno comprar 60.000 millones de bonos en el mercado abierto, aliviando de esta manera la deuda soberana de países como España y haciendo posible la contención de los diferenciales de deuda como también aportando una dudosa solución de liquidez.

Esta intromisión del BCE comprando bonos al por mayor, que asciende a unos 440.000 millones de euros, no deja de mermar la credibilidad e independencia que tanto tiempo ha estado construyendo la institución financiera europea, siempre basando su conducta en la ortodoxia financiera. La confianza en el BCE por lo tanto y a partir de ahora, está en entredicho, con lo que ello conllevará en lo sucesivo.

Pero los problemas de la UME ya estaban en su propia estructura y lo que estamos viendo no es otra cosa que la salida a la superficie de los mismos.
A corto plazo el rescate financiero de España, Grecia y Portugal genera sin duda una "confortabilidad" para los políticos y gobernantes que no saben o no quieren hacer sus tareas de manera eficiente, o por incompetencia o por maldad. Confortabilidad tal que supone un premio y no un castigo para el país que no cumple con sus objetivos de estabilidad y su pacto de crecimiento.
A largo plazo el rescate supone una temeraria invitación a que los países de la eurozona descuiden sus parámetros financieros y vuelvan de nuevo al derroche y al despilfarro, con exagerados gastos públicos, con la seguridad malsana de que Francia y Alemania no permitiran la quiebra de ningún país y acudirán al rescate.

Los fondos de reserva de la UME no deben servir para premiar a los países que no cumplen y la disciplina colectiva debe ser una norma y no una virtud netamente coyuntural.
De nada sirven las actuales sanciones económicas para los países que ponen en peligro la supervivencia del euro y la estabilidad financiera de la eurozona puesto que sancionar económicamente a quien no puede pagar y está endeudado hasta los topes no es otra cosa que exigir el pago de una antigua deuda a quien hoy en día es un mendigo. Parece más razonable que las sanciones estén afectas a la retención de ayudas de la UE como diferentes fondos de cohesión y desarrollo (utilizados en España, por ejemplo, para múltiples cursos que no sirven para potenciar la pericia laboral de los trabajadores), o afectas a un menor peso político traducido en menor número de votos en las decisiones que conforman y conformarán la futura UE.

La fiesta española ha acabado y las medidas para reducir el déficit y la deuda sólo pueden significar una situación deflacionista y un estancamiento económico que siga generando más desempleo, una menor producción y una menor productividad. Y será la baja productividad española en comparación con economías como la alemana la que imposibilitará que la segura paridad del Euro-dólar en pocos meses, sea un estímulo de recuperación para España y más bien signifique un lastre más a superar, mientras que Alemania aprovechará dicho diferencial en productividad para exportar en mayor medida y sanear así su balanza de pagos abrazando un nuevo impulso para su recuperación económica.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Los políticos, sobre todo los socialistas, quieren que sus países progresen "socialmente" no a través del propio esfuerzo económico de la nación, sino robando parte de las rentas de los trabajadores y jubilados alemanes, franceses, holandeses, vendiendoles deuda pública de la que jamás se responsabilizarán, al estilo "atraco argentino".